lunes, 18 de noviembre de 2013

Memoria para Soñar, 4 de 4

Este es el último de una serie de cuatro artículos dedicados a lo mismo.  Más sería demasiado. He mostrado imágenes en las que el rio era protagonista de la ciudad, y en las que se intuía una verdadera transformación del centro, ligado y volcado sobre un rio vivo, con barcos, con gente. Hemos recordado nuestra historia industrial reciente, de Remigio a Polanco, de Parrita a Tubos Reunidos… Nos hemos arrepentido juntos de arrancar las viñas, y de cambiarlas por chalets, y de olvidar el campo, o casi olvidarlo…
En definitiva, en los tres últimos domingos, y hoy también, he pretendido dejar caer el mismo mensaje: Que podemos y debemos encontrar claves, en nuestro pasado reciente, que nos ayuden a superar la actual situación de incertidumbre y de crisis. Porque crisis significa cambio, y que Chiclana está pasando una racha de cambio y de transformación, a estas alturas, me parece incuestionable.
Hablando del campo, la semana pasada no dediqué el tiempo que merece a los esteros, las salinas, las marismas… el parque natural vamos, que ocupa casi la cuarta parte noroeste de nuestro término municipal. Las salinas están hoy en día poco aprovechadas. De acuerdo que son un parque natural, de acuerdo que es necesario conservarlo para generaciones futuras… de acuerdo, pero, ¿Seguro que no podemos sacar más provecho de las salinas? ¿Seguro que no puede este espacio natural, en equilibrio y de manera sostenible como se dice ahora, producir un buen número de puestos de trabajo?
Recuerdo acompañar a Sebastián a tomar marea a la Borriquera. Él iba todos los días, solo para abrir o cerrar una compuerta aquí o allá. Él comprendía aquel laberinto de agua y de tierra ocupada por cepinas…
Recuerdo cuando venían a la puerta de mi casa vendiendo lisas de estero en un barreño después de un despesque. ¡Son de estero!, decía aquella señora, y todo estaba dicho. Aquello era señal de calidad para nosotros, era una marca… Hoy podría ponerse en valor esa marca, con esas cosas más modernas; que a lo mismo que decía aquella señora, lo llaman ahora, denominación de origen.
¿Y qué me dicen de la sal? ¿De la sal de espuma, de la flor de sal…? Otro día dedicaremos un domingo a recordar juntos las salinas y los salineros… los niños y niñas con pocos años trabando de pulguitas, como minúsculos arrieros…
La sal es otro de nuestros potenciales… uno de tantos.
Pero hablando de potencialidades, y para cerrar esta modesta serie, creo que si hay algún sector, alguna actividad que puede generar todavía mucho más trabajo del que genera, y mundología, y cosmopolitismo a nuestra ciudad, (que todo es necesario) es el sector servicios, el turismo vamos. Hace unos días comentaba con un amigo extremeño lo que ahora tanto se comenta: Que la cosa está fatal. Que la crisis nunca termina… que Chiclana está parada…  que no hay por dónde tirar… Ya saben, eso que hacemos ahora tanto, de caer en lamentaciones…
¿Qué aquí no hay por dónde tirar? Me dijo el extremeño casi enfadado. Y es difícil enfadar a un extremeño, créanme… En mi pueblo sí que no hay nada.
Ya quisiéramos en mi pueblo tener turismo, once mil camas de hoteles de cuatro y cinco estrellas. Lo que os pasa en Chiclana, me dijo el extremeño, es que habéis ganado últimamente el dinero demasiado fácil. Y todavía no habéis aceptado que ahora hay que ser más imaginativos, y que hay que remangarse mucho más… que hay que sacar provecho de aquello que antes no merecía la pena, porque no se ganaba casi nada, en comparación con la promoción, la construcción, los “chaleres” y el trato…
¡Touché! (Siempre es bueno escuchar a un extremeño enfadado)
Aunque todos los chiclaneros no se han dedicado a lo mismo. Aunque como es lógico, cualquier generalización no deja de ser una equivocación… la verdad es que hay mucho de verdad en esta extremeña y extrema opinión.
Es verdad que hay que sacar mucho más provecho del turismo, traer a los turistas al centro. Pero no solo físicamente, que también. Hay que conseguir que gasten aquí, en nuestra economía local. Hay que prestarle servicios, ofrecerles excursiones, visitas al parque natural, ocio, cultura… hay que conectar el Novo Sancti Petri con el centro con un transporte público, atractivo, moderno, quizás un mono-raíl del siglo XXI, quizás el tranvía…
Hay que copiar. Recuerdo en Mijas, una tienda que solo vendía velas decorativas, un paseo en burro…
Aunque está claro que nuestro principal atractivo es la playa. (Que por cierto hay que cuidar con todo el celo posible) Debemos ofrecer, y si es necesario inventarnos, otros atractivos turísticos, que tengan que ver con nuestra cultura del vino, de la sal, de los esteros… que tenga que ver con nuestro cante y baile, con el toreo, con nuestros monumentos y nuestra historia… no nuestra época romántica… que tengan que ver con el parque natural, con la observación de aves, con las excursiones en barco, con nuestro pasado Fenicio, con la mitología, con el templo de Hércules…  Hay que sacar a los turistas del Novo. Hay que ir a por ellos, y traerlos en un moderno tranvía o en autobuses gratuitos… Hay que estrujarse la sesera para demostrar a mi amigo el extremeño, y sobre todo a nosotros mismos, que somos capaces de aprovechar que en nuestra ciudad existan once mil camas de hotel.
Ahora que se puede dibujar de nuevo... Turismo, por favor… Debemos buscar fórmulas para diversificar nuestra economía… Debemos recuperar la ilusión. Es urgente soñar. Sueñen. Sueñen. Pero no se duerman.



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