lunes, 18 de noviembre de 2013

Memoria para Soñar, 3 de 4

Partir de un recuerdo para pensar en el futuro. Imaginar, emprender… vuelvo hoy a insistir en lo mismo, aun a riesgo de ir resultando algo pesado.
El campo, la agricultura, forman parte de nuestra memoria, de nuestro pasado. La viña fue la protagonista de nuestra economía durante décadas. Y también la huerta, y las salinas, y los esteros… No hay que remontarse mucho en el tiempo, para descubrir una Chiclana basada en el sector primario, con una economía sencilla, sin pelotazos inmobiliarios …
No pretendo idealizar una sociedad del pasado, llena también de injusticias sociales, de jornaleros dependientes de señoritos que ejercían su poder, algunos con más sentido de la justicia que otros, viviendo en un sistema injusto por definición… Pero, lo cierto es que el campo era y es agradecido; y, la tierra produce lentamente, con infinita paciencia, nuestro sustento. Ese sustento que hoy parece tan difícil de garantizar, a pesar de los espejismos de ladrillo. Además, una cosa no quita la otra. Es conveniente un modelo productivo mixto, que tenga turismo, ladrillo y también agricultura… Es bueno no poner todos los huevos en el mismo cesto.
Recuerdo la vendimia de mi infancia. Los remolques cargados de uva pasando lentamente por el centro, los niños corriendo tras ellos para atrapar algún gajo… el olor, que impregnaba la ciudad durante días… Antes, según me cuentan, la uva se llevaba a los bodegueros, que pagaban, el producto de la viña de los malletos, que habían sido capaces de recoger una cosecha más, dejando fiao el azufre, y con una cuenta pendiente, esperando la vendimia, en el establecimiento del montañés.
En una época en la que los bodegueros locales no garantizaban la recogida de la uva los viticultores se habían organizado en cooperativa. Heredera de la Asociación de Viticultores Chiclaneros, fundada por el padre Salado, y presidida en su momento por Andrés Torres, que escribió en el treinta y uno varios artículos muy interesantes con el pseudónimo de “un viticultor Chiclanero”. Y que ayudan a entender la peculiar manera en la que Chiclana se incorporó, no del todo, al marco de Jerez.
Más recientemente, en los setenta, era normal en cualquier casapuerta de Chiclana, un par de cajas de madera llena de productos de la huerta, o de patatas, o de sandías y melones, que los vecinos cultivaban y vendían. La agricultura sostenía una micro-economía, de subsistencia diría yo. También había en nuestro término municipal explotaciones  extensivas de cereal, de remolacha…  Seguramente en aquellos años, nos verían desde fuera como un pueblo agrícola; y así nos sentíamos.
En los ochenta y los noventa, pasó ayer mismo, lo más rentable que se podía hacer con una viña era arrancarla. Si arrancabas tu viña, si cortabas de raíz el trabajo de años, si olvidabas el esfuerzo pasado y renunciabas a vendimias futuras, te daban dinero. Y mucho.  Soy capaz de imaginarme a un chiclanero de entonces, con cuarenta vendimias en sus riñones, tratando de entender lo que debía hacer. Tomando finalmente una decisión incomprensible para él, convencido por sus hijos, a cambio de dinero. Dicen que algunos lloraron, quizás por primera vez, al oír troncharse las cepa… los tiempos cambian… el campo no es rentable…
Este año se ha pagado el kilo de moscatel a un euro. Una bodega de Sanlucar pagaba un euro con veinte. Ahora, un buen remolque de uva se paga mejor que un metro construido de chalet, que son vendidos por los bancos a precio de saldo.
… A ver si a algún lumbreras de Bruselas se le ocurre pagar subvenciones por tirar chalets para poner viñas…
El suelo no urbanizable, debido al fenómeno de la vivienda irregular sobre todo, es percibido como un problema de Chiclana. Pero, es el momento de cambiar esta percepción. Es el momento de hacer balance, y ver dónde estamos. Qué nos queda. El campo no es el problema, sino una de las oportunidades de futuro. Es urgente realizar un inventario, un estudio de la capacidad de acogida de agricultura y ganadería que tiene todavía nuestro término municipal. Una agricultura del siglo XXI, especializada, ecológica… un sector primario moderno, que se constituya como un motor más, junto con el sector servicios, la industria, las salinas y esteros, el turismo…
Un sector primario que puede también incitar la implantación de pequeñas industrias agro-alimentarias. Una ganadería innovadora, una huerta ecológica, un pescado de estero, flor de sal, piñones, vino… 
Ahora que se puede dibujar de nuevo... Sector primario, por favor… Debemos buscar fórmulas de diversificar nuestra economía, de aprovechar nuestra tierra de una manera sostenible, de volver a tener garantizada la peoná, y hasta el rato… Debemos recuperar la ilusión. Es urgente soñar. Sueñen. Sueñen. Pero no se duerman.


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