Me apetece evocar la movida y hacer un
recorrido imaginario por el centro de Chiclana. Un sábado inventado de finales
de mayo, entre los ochenta y noventa…
Habíamos quedado en el Carretero a las
ocho pero la gente va llegando cuando le da la gana. Una cervecita o un vinito,
un hola, un qué tal… alguien dice que nos esperan en el Sanatorio, y vamos.
Puede que comamos una ración de algo. Todavía es temprano para ir a la plaza España;
y no es mal sitito para hacer tiempo, una pieza de bodega, unas sillas de
tijera, media de moscatel y unas cervecitas.
A las once, más o menos, bajamos por
la calle sor Ángela de Cruz dirección a la Plaza. Me dicen que Juan Marcos
vende litros de cubata en tarros de zumo, sin hielo ni nada, pero poca gente lo
compra. Ya desde el puente grande vemos que la plaza está llena, los coches
apenas pueden pasar… En frente del bar Madrid han puesto una escultura moderna.
Tiene un wáter, y algo más que brilla… Están flipaos… Los del bar Madrid y los
del Plató son los más modernos. Todavía es temprano para ellos, pero a partir
de las doce se llenan. La semana pasada estaba en el bar Madrid Juan Echanove,
que por lo visto es amigo del dueño, o conocido, no sé. Viene de vez en cuando.
También dicen que han visto a Verónica Forqué.
Dejamos a la derecha el Madrid y el
Plató. En la esquina izquierda está el bar la botica y subiendo por la calle
Fierro, el Quinientas, el Bailongo y un poco más arriba el Rebufo que es de
moteros. La plaza está llena de gente charlando y bebiendo. Los del bailongo
han marcado el culo de los vasos de tubo con pintura de color rojo, con la idea
de que cada recoge-vasos coja los suyos y no los de otro bar.
Las copas son baratas, sobre todo en
casa de Pepe el Quinientas que es donde entramos primero. Hay gente desde por
la tarde, jugando al parchís. Pepe es un tipo entrañable, que es capaz de
servir un rebujao a un sesentón, y luego un cubata a la gente joven por la noche.
Quiere hablar con nosotros. Resulta que él compra al por mayor, por eso tiene
buenos precios. Le han ofrecido una
partida de Wisky Willian Lawson, y nos pregunta si nos gusta, y si lo queremos.
Vale, pero al mismo precio que el Dyc. ¡Eso es marketing y atención al cliente!
Unos recién incorporados que no han
ido a la bodega tienen hambre. Les acompañamos por la calle Iro. El Ave Crazy,
La Pajarita o Cachito pueden que estén todavía abiertos. Si no, no hay
problema, el Burger 01 está abierto hasta las cuatro de la mañana.
Nosotros ya hemos tapeado, luego nos
veremos… Pasamos por la puerta del Pub Cristal, y del bar Hawai, que según me
cuenta Jony, se llama así por la canción de Loquillo, esto no es Hawai. Vamos a
la Presa, en la calle Iro, que es una antigua bodega convertida en bar de
copas, con una barra en la entrada y una mesa de billar.
En la calle trasera, junto a la
discoteca Opal, dos bares de ambiente. El New York, y sobre todo el Pub Lyo’s,
que atraía a entendidos de toda la provincia y que no tenía nada que envidiar a
un garito de capital: Pestañas postizas, tacones de plataforma, luces
estroboscópicas y colores atrevidos. Demasiado para mí.
¡Quillo!,
podemos ir al Papa Ganso o a la Cuesta, al lado del Cerro del trigo. No, es muy
tarde. Bueno, pues al Madrid otra vez. ¿Vale?
Ese
verano comenzaríamos a salir por la primera pista de la playa. Montaron el
Tiburón, la Alemana y el Cappochia. Luego muchos más en el Pinar de Don Jesús,
en Costa Sancti Petri…
El
supermercado Nieves, del cubano, superó a Luis Marcos, vendiendo una botella de
refresco, whisky, hielo y vasos. Siendo un supermercado, aprovechaba la terraza
para organizar conciertos. Allí tocaron los Caducados, Los Ronckos, Dyc Torpe,
Humildad y Paciencia y la Cruz entre otros. ( Algún día hablaremos del Rock de
por aquí). Allí comenzó el botellón, porque las copas en la primera pista eran
más caras que en el Quinientas, y porque los Sevillanos que veraneaban aquí ya
estaban acostumbrados.
La playa ha competido con el centro de Chiclana en muchos aspectos; y, el centro
dejó de ser el centro en lo que se refiere a las salidas nocturnas. Porque la gente va donde quiere, y salíamos en
Chiclana porque había hosteleros que hacían muy bien su trabajo y que montaban
bares cojonudos… a ver si ahora que no se gana un pastón con el ladrillo vuelve
a merecer la pena abrir un bar. En el centro hay un montón de locales vacíos
que se alquilan. Para todo el año y más barato que en la playa.
Aunque mis "botellones" empezaron en el carretero y campo de fútbol, mis hermanos si que hacían esa ruta, fantastica por cierto. Me ha encantado el artículo. Enhorabuena Joaquín por los artículos q estas escribiendo.
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