martes, 18 de junio de 2013

... Y jugar en la calle


Hace unos años no quedábamos para salir.Simplemente salíamos , y nos encontrábamos en la calle. Los niños no teníamos móviles, ni los adultos, ni nos dábamos toques, ni teníamos WhatsapGuasa si, guasa teníamos lo mismo que ahora.

Y es que los niños son los niños, y eso no ha cambiado demasiado en los últimos treinta años. Aunque hoy los colegios están mejor equipados, los niños estudian inglés y nacen sabiendo informática, los padres parecen taxistas llevando niños a mil extraescolares, y ellos pasan más tiempo viendo videos de Willy Rex  jugando al Callof Duty en el Youtube, que delante de la tele.

A veces me sorprendo dándole la charla a mis niños, cuando entran en esa especie de trance con los auriculares puestos. Esas veces que están pero no están, absorbidos por la pantalla, como hipnotizados. No me gusta demasiado la idea de reivindicar el pasado. Podría entenderse que defiende uno, aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor; y, nada más lejos de mi opinión. Pero… hijos míos de mi alma, salid a la calle a que os dé el aire…

En mi barriada, que recordamos juntos la semana pasada, se jugaba en la calle, en la huerta o en el callejón;en las albinas, en la fuente, o en el pinar prohibido.

Cuando llegábamos del colegio por la tarde, porque había colegio mañana y tarde, cogíamos de casa el bocadillo a dos manos para que no se escapase, y salíamos corriendo a la calle. … Espera, ¡Tómate la leche!...,decían nuestras madres… bébetela como si fuera agua; y nosotros, después de apurar el vaso, con los labios manchados de blanco y el bocadillo bien agarrado salíamos en busca de la aventura diaria.
Y no hacía falta casi nada: dos piedras-portería o una botella-balón. Porque antes las piedras podían ser porterías y las botellas de suavizante, las azules grandes que son las buenas, podían servir para jugar a la botella. Las niñas tenían suficiente con un elástico, o una cuerda; y si no, hacían juegos con las palmas una enfrente de otra. Jugaban a saltar… Doña Inés cuántos hijos va a tener 1, 2, 3… y saltaban haciendo combas hasta tener una familia imaginaria cargada de chiquillos. O… Chi-e, se enamora de todas las chicas que ve, Chi-e… pisando el elástico una u otra vez. Primero a la altura de los tobillos, al uno; luego en las pantorrillas, debajo del culo, en la cintura, en las axilas, y finalmente en el seis, a la altura del cuello

Los niños éramos mucho más brutos. Recueroespecialmente el juego del burro. Los de un equipo,inclinado y agarrados unos a otros, formaban una larga hilera de espaldas en posición horizontal, sobre las que saltaban todos los del otro equipo, uno a uno, con el objetivo de quedar encima, sin caerse. También jugábamos al marro, o al guardia, o al galope al trote… juegos muy distintos a los de las niñas, en los que ganaban los más fuertes, o los más ágiles, y que solían terminar con el comienzo de la noche, o porque alguien salía chocado o lesionado.

En la Longuera, antes del instituto Picasso, y antes de que pusieran allí la feria, no había nada. En invierno estaba anegada, y por este tiempo, con las calores, aquella laguna se secaba dejando una gran superficie perfectamente plana. Parecía una enorme piel de cocodrilo, con esas lascas de fango agrietado, comoescamas de tierra seca. Aquello era para nosotros un magnífico campo de beisbol, aunque nosotros lo llamábamos jugar al bate, que era básicamente igual que el beisbol, pero con una pelota de tenis y con un palo cualquiera… y con piedras señalando las bases. Siempre con piedras.

Sobre aquellas piedras hicieron una calle nueva,  y al otro lado de la calle, un instituto de FP, y dentro del instituto unas pistas deportivas. ¡Unas pistas deportivas!
Ya mayorcitos, saltábamos la valla y jugábamos alfutbito y al baloncesto, en porterías y canastas de verdad. Al principio estaba prohibido, pero luego, al contrario, decidieron abrir el centro por las tardes. Un vecino de por allí, el barba, montó un equipo de jockey con los chavales del barrio. Ganaron varios campeonatos de Andalucía, y participaron en los de España, ganando a equipos de grandes ciudades, mejor equipados y más pijos. Y sobre todo, el deporte los alejó de otras aficiones más peligrosas que estaban comenzando a ponerse de moda entonces. Lamento no recordar el nombre del entrenador de jockey. Ahora que lo pienso, hizo bastante bien.

Bueno, vuelvo a dar la charla del abuelo cebolleta recordando el pasado reciente… mientras mis hijos tienenotra vez los auriculares puestos y toquetean el móvil…

No me parecería acertado repetir aquellos estereotipos, dónde los niños jugaban al burro hasta hacerse daño, y las niñas cantaban canciones de tener muchos niños, o el así fregaba y el así planchaba… pero, no puede ser malo un poquito de aire. ¿no? Un poquito de calle.

Por mi parte, si uno de estos días me cruzo con alguno de aquellos niños con los que jugaba en la calle, le preguntaré el nombre de alguno de aquellos juegos, o cómo se jugaba… seguro que lo recuerda. Seguro que teviene bien recordarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario